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lunes, 25 de agosto de 2014

Una clase de gimnasia

Hola, lo prometido, hace más de un mes, ya lo tengo terminado :3 y como "yapa" por la espera que les cause, les dejo al final un regalito relacionado con Ueda y subtitulos(?)
Genero:Yaoi, apto para todo público(?)
Protagonistas: Boxeador, Ueda Tatsuay, Yamapi y Ryo Nishikido.
Sin más: Dozo! 

El boxeador tenía los auriculares puestos, y el MP3 enganchado a la boca del cuello de una camisa gris clara,  sin manga y muy pegada al cuerpo escultural, lleno de sudor. Choca el reproductor con el pecho, firme y constante con cada golpe seco y firme, casi en la misma zona siempre, mientras él le da al saco negro, descargando todas sus energías acumuladas.

Y eso lo sabía muy bien Ryo kun. Que se unió al mismo gimnasio solo para poder deleitarse con esa misma imagen del profesional. Ya no le alcanzaba con ver desde su cama los conciertos de KAT-TUN. Lo que el concentrado golpeador de sacos negros no se dio cuenta. Para él, abusarse de esa concentración para obtener una imagen que nadie en la empresa tiene de Ueda cuando entrena, no tiene precio. Bueno, sí. Su precio es el del corpiño con relleno, el pase V.I.P. del mismo gimnasio que va Tatsuya, calza ajustada con una colita pomposa de diosa monumental creada en guata, una rubia cabellera y una remera que dejaría ver lo que no tiene. 

Y aunque algunos notaron la ausencia, el hombre, que ahora hacia sentadillas con una mancuerna que consiste de un fierro de hierro largo y redondo que en cada extremo tenia el peso en dos ruedas pintadas de un rojo salido hace tiempo del metal, ni sabía que ella...él estaba deborandoselo sin disimulo alguno. Y por eso mismo, no se dio cuenta que le presionan la guata, un musculoso y sudoroso hombre lleno de anabolicos, hasta que le masculla un jadeo inentendible...

Sus ojos se abrieron y la mandíbula se le desencajo en un rictus casi catatónico. Pego un saltito que pego junto al grito que provocó que TODOS los ojos del sector lo miraran. Y claro, el caballero va a salvar a la rubia peluca. Sin saber que la dama tiene un regalo secreto para más tarde. No es que sea un cobarde, pero al verse descubierto por quien llamaba con un asco actuado "Hime - chan",  lo dejo estático. Tenia miedo que se burle de él frente a todos esos sudorosos seres musculosos o que peor aun, le cuente a toda la prensa japonesa, arruinando su carrera, como venganza por todas esas situaciones que él creo para Ueda en la adolescencia y que no fueron muy felices que digamos.
-¡Ey!, deja a la chica tranquila -¿Se estaba bufando por el papelón que causa con su travestimo? Claro que no estaba en situación de refutar nada. Por un momento pensó que se lo mereció. Pero tras su propia segunda versión mental de los hechos y tal vez sí sabía aprovechan la situación, podría quedar no tan mal parado. Tal vez... si tal vez, decía que era para comprobar... ¿Qué quería comprobar con sus propios ojos? Estaba seguro que esa no era la salida adecuada. 

-A quién le hablas,  ¡renacuajo! - Éltres veces más grande,  alto y musculoso hombre abusador del travesti con peluca rubia, pronunció las palabras acercándose al "renacuajo" con los hombros encuadrados y la mirada fija en los ojos marrones del saludable star pop.  

Ryo pensó cómo explicar su nuevo escándalo a la empresa de talento.Cómo explicarle a Ueda que estaba vestido de chica en el mismo GYM. Cómo afrontar esta situación embarazosa, que le dejaba la cara colorada de la vergüenza. Tenía palpitaciones tan fuertes como si hubiera corrido un maratón. Aunque en ese momento, no sabía identificar las palpitaciones por ser descubierto por Tatsuya y cuáles son las que el miedo al sujeto anabolico le estaba provocando al más petiso de los tres hombres involucrados en la situación.

-Chicos...-Llego a murmurar Nishikido cuando salio de su trancé, al notar que la musculosa de su compañero de empresa era tomada por un puño con fuerza. No llego a decir el "Por favor no se pelen por mí" que tenía planeado, cuando los pies del poseedor de la camiseta empezaban  a alejarse del suelo.

Su  mente de seguro  no estaba funcionando con normalidad, No sabía cómo se le ocurrió la idea de ver a Tatsuya entrenando, mientras él exponía su sensual cuerpo a unos hormonados hombres que se dedicaban la mayoría del tiempo, en verse los músculos al contraerse y tensionarse con cada movimiento que su cuerpo realizaba. Dejando librado al azar las miradas de aquellos que no iban por narcisismo, si no que iban a poder ligarse una chica, si es que no iban por ambas cosas a la vez. Ya no le haría caso a Yampi a la hora de elegir los tragos de las salidas. Lo que estaba por hacer no era nada sano para su cuerpo ni su psiquis, Pero eso es lo único que podía hacer.

-Ueda san... No tiene por qué...-Pronuncio cada palabra tratando de imitar su nueva voz de chica a la perfección. Por algo era un muy buen actor. Y este es el  momento que él mismo lo podría comprobar. -Asi que puede regresara  ejercitarse.-

Para nuestro boxeador esas palabras pronunciadas, no le movieron un pelo, mucho menos un músculo, por que él tenia la firme convicción de que lo que hacia esa chica no esta bien, ni mucho  menos era lo correcto. Por eso mismo, fue que se acerco al grandote lleno de hormonas prefabricadas y embazadas en botellitas blancas, le acertó un puñetazo en la nariz y acto seguido, se fuga secuestrando con sigo a la "damicela en peligro" mientras el gigante se toca la nariz como acto reflejo, limpiando la sangre que mana de ella con su brazo transpirado.

Ryo chan se quedo por un momento petrificado con el accionar que tuvo su compañero de trabajo, nunca se imagino un acto tan valiente y varonil de su parte. De cierta forma estaba feliz de ser rescatado por él, pero su orgullo de hombre se vio dolido:cómo se atreve a pasar por sobre su autoridad, tras haberle  dicho que se valla a hacer un par de ejercicios más? No, eso no estaba bien. Tampoco lo estaba: el hecho de ser perseguidos por ese mamut anabolico, por las calles concurridas de Japón. Realmente deseaba que todo acabara y se prometía a si mismo, por la mano que lo tenia agarrado de la muñeca y tiraba de él para que corra, que no volvería a hacer algo tan imprudente.

Se metieron en una peatonal transitada por muchos humanos, con lo cual, el joven rescatador deseaba poder pasar desapercibido. Tenía un micro segundo de ventajas, de cuando él otro se quedo pasmado y casi catatónico con la acción belicosa asía su nariz. El aturdimiento del sujeto le dio la ventaja necesaria, acompañada de los demás transeúntes de las calles, como para poder meterse con ella en una cafetería.

Le abrió la puerta y siendo poco caballero la empujo adentro a pesar que ella intentaba decirle que: "no quería seguir a su lado". Pero la verdad es que Tatsuya ya había soltado la muñeca de la joven, y que estaba intentando ubicar una mesa libre para poder invitarla, como se debe, a tomar un café, en su primera cita. Ella no sé dio cuenta de eso, así que siguió con miedo a su lado.Casi temblando, de los nervios, mirando asía la puerta todo el tiempo. Su mente nublada por la adrenalina y su palpitante corazón, aturdiéndola desde le interior, no le dejaron percibir la invitación del joven. Por eso mismo, éste la guió a la mesa con pequeños empujones. Ella tartamudeaba, quejándose con él de todo, pero sin dejar de ver la puerta.

El "amigo" anabolico que se habían conseguido, y del cual ninguno sabe su nombre, estaba cerca. Pero no sabía en que local ingresaron. Suspendió la búsqueda de los jóvenes, para poder ir a limpiarse la cara ensangrentada y ponerse una ropa limpia. Al final, solo era chica y en el mundo había más.

Por su parte, el boxeador con alma de caballero de armadura, había hecho tomar asiento a la joven en un ángulo lejos de la puerta y las ventanas. Ella estaba un poco incomoda, se le estaba siendo difícil seguir al nuevo enamorado que se consiguió, la conversación. Le había pedido un café con un pastel y el mozo enseguida se lo trajo. No lo hizo por nada en particular, pero cuanto antes termine todo esa farsa que se había mandado, podría estar antes en su casa, contándole todo a Yamapi, riendo juntos de lo idiota que resulto Ueda, al enamorarse a primera vista de un travestí. 

-Asi que no me vas a decir tu nombre...-Insistía en saber cómo se llamaba y dónde vivían para poder acompañarla a su casa, Quería asegurarse de que no le siga a la casa el acosador de minutos antes. 

Pero se mantenía firme en tener la boca bien cerrada y las manos entre las piernas, casi encorvada, mirando  la mesa de madera. Intentaba por todos los medio no terminar en secándolo nuevo, Se moría si de nuevo le salía un escandolo sexual y uno de esta índole no sería para nada ínfimo o de hacer pasar desapercibido. Cuando Yamapi se entere de lo que estaba haciendo, se le iba a reír en la cara, De eso no tenia duda.


-Bueno es hora de regresar al mi entrenamiento.-Decía,  sacando plata que cubra todos los gastos de la consumición y un poco para la propina del mesero. Eso alerto al travesti que le toma del brazo cuando el boxeador paso a su lado, tras haber sido rechazado por la chica una y otra vez.-Tranquilo Ryo chan, no me va a pasar nada, se defenderme.-Tatsu se acerco a él con una sonrisa de lado y le dejo un beso sobre lo labios. 

No entendía cómo supo que era él, o por qué le beso los labios. Se quedo sentado, sólo, mirando la mesa con unos ojos desorbitados. Si él le decía al jefe lo que había hecho, su carrera como profesional en la música estaría acabada. Se mordía el labio, solo pensado cómo hacer para evitar que Hime chan, mantenga la boca cerrada. Cuando reacciono con una idea clara de como defenderse, el boxeador ya estaba caminando por la calle, lejos de él, pero con una sonrisa en los labios que le desalentó.

Pasaron los días, espera poder encontrarlo en los pasillos o el estacionamiento, en alguna parte, Buscaba ese encuentro con desesperación. No quería regresar al gimnasio, pero necesitaba poder explicarle a Ueda su pequeño incidente con el travestimos. Pero no tenia suerte. No podía dar con él.

Un día, ya pasado dos semanas del encuentro de ellos en el gimnasio, le llego un rumor por  parte de uno de los kohai. Ueda hacia unas semanas estaba extraño y con una cara de felicidad que nuca le vieron. Por un momento, su rostro se ilumino, pensando que él o bueno...ella era la causa de esa felicidad. Y la idea le gusto. Le gusto tanto, que decido esa misma tarde regresar al gimnasio como chica.


Regalito

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